El otro día estaba yo en la oficina.
Trabajando duro.
Una bota sobre la mesa, la otra cruzada por encima.
Recostado sobre mi vieja y dura silla de madera con balancín en las patas, brazos en jarras y manos sobre mi nuca.
Estaba pensando cómo hacer que los buitres se acerquen más rápido a ti si no sueltas la plata.
Trabajando, ya te lo he dicho.
Y en éstas entró por la puerta un vendedor de crecepelos.
Sin . . .
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¡Alto forastero! Este Territorio se puede husmear...
... pero si quieres servirte un chupito de gummy bayas, tendrás que soltar algunas monedas de tu bolsa.
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